Por: Eduardo Zaragoza

Y los brazos de ese océano tan dulce y tan frío
Y toda esta devoción que no había conocido   4.5/5

Es difícil en estos tiempos que una película pueda sorprender. Es que hoy en día es muy complicado ver un filme que conmueva y pueda conectar con la audiencia de manera sincera, sin trucos ni engaños, y La Forma del Agua lo logra con creces, tal vez porque lo único que puede salvar a este mundo es el amor.

Es difícil catalogar a La Forma del Agua o tratar de incluirla en un género en específico, porque es una cinta atípica, concebida como una alegoría de la vida misma. Una historia que podría ser una simple fábula como otras tantas, un cuento de hadas estilo La Princesa y el Sapo, pero en manos de Guillermo del Toro se convierte en un proyecto de alcances superiores, uno especial y trascendental, debido completamente al virtuosismo de su creador .

Ubicada en Baltimore a principios de los 60s, nos encontramos en una instalación del gobierno estadounidense donde Elisa Esposito (Sally Hawkins) trabaja aseando, junto con su amiga Zelda Fuller (Octavia Spencer). Un día trasladan a un misterioso anfibio humanoide al edificio y Elisa de inmediato establece una conexión con él, pero el despiadado Richard Strickland (Michael Shannon) tiene planes para la criatura, y también para Elisa, pero no de manera positiva.

Elisa vive aislada del mundo, ser muda la ha obligado a ser una persona introvertida, con prácticamente ninguna interacción social, en su propia realidad rutinaria y simple. Su vecino Giles (Richard Jenkins) es un artista plástico que está tan solo como ella, recluido por su homosexualidad; son almas silentes que comparten mucho y sienten el mismo dolor, el de la soledad. Pero el amor es una fuerza que no se puede entender, y no hay razón en intentar hacerlo. Es una fuerza de la naturaleza que no se puede frenar, y Elisa está a punto de comprobarlo.

La cinta que del Toro logra maquillar tiene ecos que resuenan profundo, y es de verdad muy especial porque se trata de un filme honesto, un oscuro cuento de hadas 100% para adultos pero narrado con la voz de un niño, con esa bondad e inocencia, con la fascinación de algo que impacta, con las emociones a flor de piel y sin recatos. La fantasía se convierte en realidad en una película con todos los arquetipos posibles. El monstruo que no es tan terrible, la princesa, el cruel villano, el fiel amigo, la cómplice, y todos son más parecidos de lo que creen, porque todos tienen secretos y ninguno podría considerarse “normal,” y justamente esa es una de las mayores virtudes de la cinta; presentar personajes comunes y corrientes, con defectos, y así uno puede relacionarse con ellos, para poder entablar una conexión y un diálogo.

Hawkins logra maravillas en pantalla usando alquimia que solamente se encuentra al alcance de los más grandes. Esperen a ver el amplio abanico de emociones que puede transmitir sin articular palabra y entonces entenderán la verdadera definición de lo que significa actuar en la que es una de las mejores interpretaciones del año y de la década.

Los magníficos Richard Jenkins y Octavia Spencer son la compañía perfecta para la sublime Hawkins, con actuaciones de primerísimo nivel, y Michael Shannon es el mejor antagonista que se podría pedir. Incluso Michael Stuhlbarg brilla prodigiosamente sin tener tanto material como los antes mencionados, y eso habla maravillas de su director.

La Forma del Agua es tan delicada, tan elegante y dulce que parece no ser una obra de ficción, creada por alguien. Se siente como una colección de imágenes salidas de la realidad, como una historia que de verdad está sucediendo frente a nosotros; así de natural y fluida es, en parte gracias a la sobresaliente calidad en sus apartados técnicos – fotografía, música, edición y dirección de arte, magistrales – y en parte también a las actuaciones, pero sobre todo por el virtuosismo y maestría de su creador. Incluso cuando el guión tiene algunos huecos importantes y no todo el tiempo cuadra al 100, no demerita para nada los picos de excelencia que puede alcanzar con el hipnótico encanto con el que ha conquistado el corazón de todo el mundo.

En este momento Guillermo del Toro es uno de los autores más talentosos y dotados en la industria fílmica, y también uno de los que goza de mayor libertad creativa a la hora de trabajar, uno que hace el cine que él desea, tal y como lo imagina. Tal vez por eso es que esta película es más que una simple historia de amor, un filme de monstruos, un thriller y un ensayo de la naturaleza humana. En las manos de un verdadero artesano esos son ingredientes para construir una obra que asombra, conmueve y trasciende, situando a del Toro en lo más alto del firmamento hollywoodense, gracias a la magia que sólo él puede crear.

Para el mundo la salvación por el amor, y para Guillermo del Toro la vida eterna, gracias a La Forma del Agua.

The Shape of Water (Fox Searchlight)

Estados Unidos, Canadá, 2017

Director: Guillermo del Toro

Elenco: Sally Hawkins, Octavia Spencer, Richard Jenkins, Michael Shannon, Michael Stuhlbarg y Doug Jones.