Por: Eduardo Zaragoza

La naturaleza del ser humano es extraña y a veces terrible. Podría decirse que nuestra existencia y nuestras necesidades y caprichos a veces van contra corriente y pareciéramos hasta anti naturales. La inteligencia humana puede crear cosas grandiosas y bestiales a la vez. La guerra es el ejemplo perfecto, es el peor de los males y el máximo ejemplo del degenere humano. Pero a veces la misma guerra encuentra la forma de mutar y el resultado es un monstruo tan atroz y vil que no tiene cabida en un mundo racional.

La Segunda Guerra Mundial es, sin duda, una de las mayores tragedias de la historia. Es un episodio tan infame y repulsivo que la humanidad vivirá avergonzada por siempre; vivirá cargando esa pesada cruz pero es un precio que se debe pagar forzosamente, porque tenemos prohibido olvidar la tragedia.

La Lista de Schindler narra los sucesos ocurridos en Polonia en 1939 y se centra en la figura de Oskar Schindler (Liam Neeson), un empresario que llega a Cracovia buscando hacer fortuna en tiempos de guerra. Originalmente se aprovecha de la situación de los judíos y su reubicación en el Gueto de Cracovia. Todo marcha de acuerdo al plan y Schindler logra penetrar en altas esferas del Partido Nazi; el dinero comienza a llegar pero también llega la realidad, podría decirse que lo aplasta poco a poco.

Filmada por completo en Blanco y Negro, el Director de Fotografía Janusz Kaminski quería darle una sensación atemporal a la película. Steven Spielberg había visto muchas filmaciones de la Guerra en Blanco y Negro y decidió que así crearía algo más cercano a un documento fílmico, a un retrato fehaciente de lo sucedido en ese momento. La fotografía atrapa desde el primer momento y crea una atmósfera realmente artística que acentúa la tensión y el dolor de la situación.

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Uno de los grandes aciertos de Spielberg es construir un personaje complejo al que no santifica en ningún momento; es un tipo que gusta de la buena ropa, la buena comida, el buen licor y obvio, de las mujeres. El Schindler de la cinta es encantador y desfachatado al mismo tiempo, es un personaje muy humano y que no pasa la frontera del acartonado rol que de nunca puede conectar con el público. De hecho Liam Neeson se ve en un control total de la situación y lleva el peso de la película sin problemas. Igualmente recibe ayuda del gran Ben Kingsley con su dolorosamente brillante Itzhak Stern, que muestra que el pueblo judío no peleó todo el tiempo con armas, pero sí con astucia y mucho cerebro.

Y una gran cinta no lo es sin un gran malandrín, y aquí es donde las SS hacen acto de presencia. Ralph Fiennes le dio vida a un detestable Amon Goeth y lo hizo con una maestría tal que, al día de hoy, es considerado como uno de los grandes villanos de la historia del cine. El terrible Comandante del campo de Plaszow cobra vida a través de un escalofriante Fiennes que en todo momento se muestra como un ser sin escrúpulos, sin respeto a la vida y sin pena por sus actos. El Goethe que vemos en pantalla es tan abominable y nauseabundo que uno no tiene más remedio que ver cuál será su siguiente acto de terror, es tan diabólicamente cruel y desalmado que Ralph Fiennes tenía bien merecida su nominación al Oscar y se ganó toda la admiración de parte de aquellos que gustamos del buen cine.

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Pero La Lista de Schindler es más que buenas actuaciones, más que un gran guión, es una obra que captura casi de manera documental el dolor y la barbarie llevados al peor de los extremos. Verla y no sentir un nudo en la garganta sería un crimen; es una película que muestra que nadie está por encima de nadie, que la vida es el más preciado de los tesoros, que es un derecho primordial y que aquellos que intentan destruirla no deben ser considerados seres humanos.

A lo largo de sus 195 minutos de duración, uno se estremece al ver las violentísimas imágenes que vibran al compás de la obra maestra que John Williams compuso como partitura. De la mano del violinista Itzhak Perlman, las tristes y melancólicas notas parecen un personaje más en la cinta que poco a poco sufre tanto y todavía más que el resto del elenco. La música está presente en todo momento, en cada muerte, en cada lagrima, en cada persona que se salva y que le agradece a Schindler. La música está presente y en todo momento derrama una lágrima, una lagrima de belleza sonora que también sufre por la tragedia.

Con momentos inolvidables, como la escena de la niña con el abrigo rojo, la llegada de las mujeres a Auschwitz, el refugio de los niños en las letrinas, Goethe practicando tiro al blanco con humanos, la cinta busca el punto débil del espectador todo el tiempo, y al llegar a la escena final de Schindler con sus judíos, uno simplemente se derrumba ante la pericia de Spielberg. Es cierto que puede llegar a sentirse sentimentaloide y un poco cursi, pero el llanto de Liam Neeson y su nuevo anillo con la inscripción del Talmud “Quien salva una vida salva al mundo entero” es brutal, es demoledor.

Steven Spielberg demostró que es uno de los mejores cineastas del mundo, que dirige con una madurez y una visión poética pocas veces vista, además el filme ganó 7 Premios Oscar de la Academia: Mejor Película, Mejor Director, Mejor Fotografía, Mejor Edición, Mejor Música, Mejor Dirección de Arte y Mejor Guión Adaptado. También arrasó en los BAFTA, con la Asociación de Críticos de Chicago, con la Asociación de Críticos de Boston, en los Globos de Oro y muchos más. La crítica mundial la aclamó como una de las mejores películas del año y de la historia del cine, el American Film Institute (AFI) la nombró la octava película estadounidense más grande de todos los tiempos y  en 2004 la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos la clasificó como “de gran importancia cultural” y la eligió para ser preservada en el Registro Fílmico Nacional.

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La Lista de Schindler es un monumento al heroísmo de un hombre, a la voluntad de muchos, a la vida de todos. Decir que es meramente una película es arrancarle parte de su valor, parte de su herencia y legado, y es imprescindible verla no solamente como un ejercicio recreativo, hay que entenderla como un retrato de dolor, de desesperación y del triunfo de unos cuantos ante muchos en un escenario de enorme violencia y tragedia que sigue siendo inexplicable.

Una obra maestra que cumple 20 años y que la recordamos como un verdadero clásico del cine, un trabajo digno de admirarse y que deja bien en claro que la lista es un bien absoluto. La lista es la vida. Alrededor de sus márgenes yace el abismo. Y que generaciones enteras se salvaron de ese abismo gracias a un hombre llamado Oskar Schindler.

Schindler’s List (1993, Universal Pictures)

Blanco y negro, 195 minutos

Director: Steven Spielberg (Jurassic Park)

Elenco: Liam Neeson, Ben Kingsley y Ralph Fiennes.

3 comentarios en «A veinte años de La Lista de Schindler»
  1. Tu reseña es increíble, de verdad felicidades, me transportó a varios momentos del filme y me hizo volverlos a sentir 🙂 Creo que pocas películas muestran con tanta fidelidad los extremos de naturaleza humana: maldad y bondad; es cruel pero conmovedora, aún la veo y no puedo creer que aquello haya sucedido, ese pasaje de la historia de la humanidad es tan despiadado y bárbaro que debería ser una fantasía 🙁 Gracias por la reseña.

  2. Sin duda la historia del ser humano esta plagada de esos actos aberrantes, de esos genocidios y crimenes en contra de la humanidad, y si los sucedido al pueblo Judio en la segunda guerra mundial nos parece atroz, no olvidar que hoy por hoy el peor de los genocidios que registra la historia es el perpretado por los conquistadores españoles en contra del pueblo Mexica.

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