Por: Eduardo Zaragoza
Humano, demasiado humano 5/5
Un mundo dentro de otro mundo. Es básicamente lo que la mecánica cuántica explica. Un mundo que es tan pequeño que no se puede ver, pero cuyos alcances son enormes, más de lo que se puede imaginar. Y ese mundo está ahí, pero hemos podido asomarnos a él, gracias a la mente de los grandes genios.
Al inicio de Oppenheimer, podemos ver al personaje titular viajando a Europa, visitando museos, admirando un Picasso, leyendo a T.S. Eliot, y asimilando los movimientos culturales que le darían forma en gran medida al siglo XX. Como bien se explica en el filme, se trataba de un hombre fascinado por lo que la mente humana podía crear, ávido de conocimientos y de poder descubrir el por qué de tanto como fuera necesario.
El más reciente largometraje de Christopher Nolan toma la figura del padre de la bomba atómica para mostrarnos el nacimiento de una nueva era, de cómo el mundo cambió para siempre con miras al futuro, y de las terribles consecuencias de lo que algunas de las mentes más brillantes del mundo concibieron en Los Álamos. Pero tomando como referencia el enorme escenario de la Segunda Guerra Mundial, y lo que estaba en juego, Nolan nos entrega un minuciosamente elaborado y profundo estudio de la naturaleza humana y el arma más poderosa y terrible a la que se haya tenido acceso: el intelecto.
Con su descomunal ambición cinematográfica intacta, y quizá más voraz que nunca, Nolan nos embarca en una de las producciones más grandes de los últimos tiempos, pero también en una de las más íntimas y minimalistas a la vez. Oppenheimer es sin duda su cinta más personal a la fecha, alcanzando un nivel de madurez impecable en la realización.
Es verdad que estamos ante un filme titánico, por su factura, por su origen. Sin embargo, la gran enormidad no está en la magnitud del poder desencadenado por la fisión nuclear; lo colosal es el recuento de la genialidad de la mente humana, quizá solo superada por su hambre de poder y también de rencor.
Oppenheimer está más cerca de JFK de Oliver Stone que de Rescatando al Soldado Ryan de Steven Spielberg. Se trata de un tenso thriller de tintes políticos, con intrigas por doquier, mostrando personajes llenos de envidia, amargura, remordimiento y penas. Uno de los grandes aciertos del cineasta nacido en Londres, es no retratar a ninguna de sus figuras como un santo, ni como un héroe. Sólo hay humanos de carne y hueso, con virtudes y muchos defectos, falencias y carencias a nivel emocional, por lo que cada personaje se ve quebrantado y superado por alguna o varias situaciones a lo largo de la película.
Cillian Murphy es un excelente Julius Robert Oppenheimer, alcanzando el punto más alto de sus capacidades histriónicas, llevando todo el peso del filme sin problema alguno. Emily Blunt se apunta de forma brillante a una extremadamente complicada y poco agradable, pero muy astuta Kitty Oppenheimer. El trabajo de Matt Damon es impecable, como de costumbre, y Josh Hartnett cumple con una labor magistral, al igual que Alden Ehrenreich, en un papel no muy lucidor pero medular para el desarrollo de la trama. Y aunque cada miembro del reparto está más que destacado, podría señalar a Robert Downey Jr. como el Jugador Más Valioso del partido. Interpretando a un orgulloso y peligroso Lewis Strauss, Downey Jr. muestra la calidad y capacidad interpretativa, que alguna vez lo llevó a estar en los cuernos de la luna, y de nuevo, ejecuta su magia para entregar la que, si no es la mejor actuación de su carrera, debe ser una de sus mejores en años. Y no pasará desapercibido en la venidera temporada de premios.
De hecho, la cinta es de una factura tan alta que es en extremo complicado encontrar una falencia en cualquier ámbito posible. Magistralmente escrita y actuada, mejor dirigida, con impecables logros de corte técnico, es un largometraje que se queda en la mente y que exige toda la atención posible durante sus 3 horas de proyección. Es verdad que en algunos lapsos puede sentirse la duración, pero Nolan, echando mano de sus mejores recursos, te atrapa y no te suelta, manteniendo al espectador al borde de la butaca.
Cierto es que no se trata de un ejercicio cinematográfico que cualquiera pueda disfrutar al máximo, como tampoco lo es La Consagración de la Primavera de Stravinsky, la Resurrección de Mahler, o Las Pinturas Negras de Goya, y es que al adentrarse en la propuesta de su creador, la obra se queda dando vueltas en la mente, porque nos muestra la naturaleza del ser humano en crudo, sin disfrazarla de ninguna forma, con resultados que no son los más alegres ni reconfortantes. Es una cinta oscura que se convertirá en un documento fílmico trascendente, vital. Estamos ante un clásico instantáneo, una obra maestra en toda la extensión de la palabra.
Es formidable la fotografía de Hoyte Van Hoytema, la música de Ludwig Göransson, la edición de Jennifer Lame, el diseño de producción de Ruth de Jong, que sin duda recibirán todos nominaciones al Oscar, junto con el departamento de sonido, de efectos visuales, Murphy, Downey Jr., Blunt, y por supuesto Nolan como guionista, director y productor, estando a cargo de la película más grande de lo que va del año, y también la mejor, la más virtuosa y portentosa de lo que llevamos de esta joven década, sin exagerar ni un poco.
Christopher Nolan ha creado un clásico moderno que incrementará su valor con el paso del tiempo, una de las grandes películas contemporáneas acerca de uno de los personajes más importantes y definitorios de la historia, cimentando su estatus como uno de los más grandes cineastas de la actualidad. Y no lo hace por la magnificencia de su imaginería visual, ni por su capacidad de crear secuencias de proporciones descomunales; su as bajo la manga es recordarnos de forma terrible y a la vez poética, que lo más preciado que tenemos, lo más grandioso, nuestro intelecto, es nuestra más poderosa y terrible arma, y ya nos ha destruido por completo, sin que nos demos cuenta.
Oppenheimer (Universal)
Estados Unidos, Reino Unido, 2023
Director: Christopher Nolan
Elenco: Cillian Murphy, Emily Blunt, Matt Damon, Robert Downey Jr., Alden Ehrenreich, Josh Hartnett, Kenneth Branagh, Jason Clarke y David Krumholtz