Por: Eduardo Zaragoza
MUSE
DRONES (WARNER, HELIUM 3) 4.5/5
Todos creamos aquello que nos aterra, sin lugar a dudas. Pero al parecer, y en nuestra defensa, no tenemos muchas opciones en realidad, porque hay algo que pocos saben y que es bastante aterrador: no estamos aquí porque somos libres, estamos aquí porque no somos libres.
La verdad es que nosotros mismos hemos entregado nuestra propia libertad al intentar digitalizar nuestra vida, compartiendo en línea cada aspecto, por mínimo que sea, con el mundo entero, para bien y para mal. Sobre todo para mal. Sí, para mal, ya que la privacidad se ha quedado en el pasado y todos pueden espiar a todos a cualquier hora, en cualquier sitio y en cualquier circunstancia, prácticamente de cualquier forma posible. Y si quieren saber algo más aterrador lean bien lo que viene a continuación: nosotros mismos hemos adoptado al sistema de manera tan voluntaria que nos hemos convertido en drones, algunos por gusto y otros tal vez no. Intenten revelarse y notarán que estando aquí, nadie es libre en realidad.
Cuando Matthew Bellamy se obsesiona con una idea no se deshace de ella hasta desentrañarla minuciosamente, porque el parásito más resistente es una idea, y es muy contagioso. Tal vez así inicie el camino para volverse un dron.
La séptima placa de estudio de Muse es conceptual, oscura y aterradora en momentos, aunque no hay porque mentir; es una aventura llena de adrenalina.
Si me dieran a elegir no dudaría en decir que el trío de Teignmouth produce el equivalente musical de blockbusters hollywoodenses con sus álbumes, y para sorpresa de nadie, Drones no es la excepción.
La historia de un individuo que se convierte en una perfecta máquina asesina y luego se rebela en contra de sus captores no podría ser más grande, poderosa y explosiva. Bellamy, Dominic Howard y Chris Wolstenholme tienen la misión de entregar el disco más grandilocuente y épico del año, pero ¿la música está al nivel del desafío?
Dead Inside, el primer sencillo y canción que inicia el relato, retrata la caída del protagonista por culpa del abandono y la ruptura de su relación sentimental. Bellamy se las ingenia para elaborar un lamento sutil y electrizante como sólo él sabe hacerlo. Y desde el inicio de la canción parece que la batería de Howard nos lleva como una marcha de guerra directo a las tinieblas.
La mejor decisión que la banda pudo tomar fue regresar a la instrumentación básica de guitarra, bajo y batería, pero el gran artífice del sonido potente y abrumador de Drones es el legendario productor Robert John “Mutt” Lange; gracias a él, Muse suena bestial, mejor que nunca antes.
La guitarra de Bellamy está tan afilada como en Origin of Symmetry y Absolution, y suena hermosamente demoledora. La acción no tarda nada en comenzar y Psycho detona con un riff crudo y potente que ha estado flotando en el aire por más de una década. La primera gran secuencia de acción del álbum es una joya que ruge furiosa y ruega por ser interpretada en vivo; es una maldita maravilla incandescente.
Siendo sincero diré que con la promesa de Bellamy de un LP crudo y pesado no podía esperar por escuchar las composiciones más pesadas y orientadas al rock duro; ese tipo de canciones que han elevado a Muse a la categoría de súper estrellas e ídolos de culto.
Solamente hay que darle una repasada a la majestuosa Reapers, con todo y tapping a la Van Halen incluido y con el ya clásico falsete de Bellamy. No sólo tiene un grandioso riff y un enorme solo, es un track apasionante que parece haber viajado en el tiempo tras ser elaborado por aquel Muse de antaño. Lo único que puedo decir de Reapers es que es una joya incuestionable.
El clímax del álbum llega con The Handler, la tenebrosa y brutal obra maestra forjada en el inmortal fuego de Absolution. El momento en el que el protagonista toca fondo para luego revelarse es un clásico instantáneo que se une a lo más selecto del bestiario musero. Por sí sola vale el precio del boleto, o en este caso del disco entero.
Mientras que hay músicos que únicamente componen canciones destacables y otras son mero relleno, Muse siempre ha buscado crear álbumes enteros y redondos, pero con el trabajo y enfoque en la narrativa de Drones, estamos sencillamente ante la obra más consistente y sólida de Bellamy y compañía desde el grandioso Black Holes and Revelations.
Precisamente Mercy podría haber estado en ese disco de 2006, siendo pariente no tan lejana de la icónica Starlight. No dudo en verla convirtiéndose como una de las favoritas de las multitudes en un concierto de la banda.
Cuando suena aquel discurso que John Fitzgerald Kennedy dio en 1961, justo después de la Invasión de Bahía de Cochinos, y habla acerca de una “monolítica y despiadada conspiración que está basada principalmente en medios encubiertos para expandir su esfera de influencia,” sabemos que Muse está en su zona de confort, e inmediatamente comienza el impetuoso riff de Defector para no dejar lugar a dudas. Ya habíamos escuchado a los de Devon coquetear con el sonido de Queen en United States of Eurasia y ahora vuelven a hacerlo. Y una vez más podemos decir que se han salido con la suya.
Prueba de que Muse es más que sólo potencia y fuerza bruta llega con la emotiva Aftermath, un corte que recuerda un poco a Falling Away With You y Endlessly pero que busca convertirse en el momento en el que los asistentes a los shows en vivo saquen sus encendedores y celulares para agitarlo en el aire. Está un poco sobrada pero tiene momentos realmente notables.
El track más enigmático y esperado por los fans de la banda es seguramente The Globalist. Con todo el revuelo que se armó al saber que se trata de la secuela de la legendaria Citizen Erased no podía no acaparar todos los reflectores; tras escucharla hay que decir que se trata de otra obra maestra salida de la mente de Bellamy. Comienza con un silbido estilo spaghetti western de Ennio Morricone para luego pasar a un saturado riff de guitarra de 7 cuerdas sumamente lúgubre. La sección final amalgama brillantemente la extraordinaria Enigma Variations: Nimrod del británico Edward Elgar. No estoy seguro de que sea la continuación de Citizen Erased, tal vez en estructura sí, pero en esencia es una maravilla totalmente independiente con alma propia y con un futuro que desde ahora podría clasificarse como inmortal.
Pero sí hay una pequeña queja al respecto de este álbum; Revolt no cumple satisfactoriamente y causará mucha polémica entre los puristas de la banda. Pero cuando comience a sonar la canción que da nombre al disco, cualquier duda que exista acerca del talento, visión y ambición de Muse, quedará de lado. Una melodía totalmente a capela en la que podemos escuchar varias capas con la voz de Bellamy en distintos tonos al más puro estilo de una misa. Además de poner de manifiesto la capacidad vocal del líder de la banda, hay que destacar el valor y la imaginación que Drones requirió, no solamente para estar en el álbum tal y como la escuchamos, sino para darle punto final siendo la encargada de finalizar el viaje, con algo que no suena como un final tan feliz. Amén.
Matthew Bellamy declaró orgullosamente que éste es el mejor material de la banda, pero no creo que sea así. El punto es que, en contra de colosos como Absolution, Origin of Symmetry y Black Holes and Revelations aún se queda algo corto, pero eso no quiere decir que se trata de un LP mediano ni mucho menos; es un compendio realmente sólido y contundente, temática y musicalmente hablando.
Cuando se trata de Muse siempre hay que esperar algo a lo grande. Ésta placa no es la excepción, es un absoluto triunfo y un enorme logro. Una banda que tiene absoluta genialidad indiscutible siempre es exigida y Drones brilla con gran intensidad. Bellamy, Howard y Wolstenholme se propusieron contar una historia dramática y ambiciosa, y en el proceso nos regalaron un álbum que debe considerase como una sola entidad, como un gran relato.
El arte de contar historias a través de un disco entero está siendo devorado poco a poco por el tiempo, por lo que un LP como éste cobra todavía más fuerza y adquiere más valor. La misión era complicada y Muse, gracias a su enorme capacidad, cumplió e incluso superó las expectativas en varios intervalos de esta obra. Todo aquel que esperaba el álbum y ya lo ha escuchado puede haber sido infectado con una idea, una muy resistente y muy contagiosa. Simplemente miren su celular y su computadora y piensen si no están espiando a alguien, o ese alguien los espía a ustedes. Háganlo y notarán que, voluntaria e involuntariamente, todos nos hemos convertido en drones, y estando aquí, nadie es libre en realidad.