Por: Eduardo Zaragoza

MUSE

WILL OF THE PEOPLE (WARNER – HELIUM 3)  4/5

Un toro furioso que embiste es algo aterrador. Desde las gradas o detrás de las barreras, uno no corre ningún peligro, se está a una distancia segura, pero siempre me he preguntado lo que se debe sentir tener al toro frente a ti, cargando a toda velocidad.

Matthew Bellamy lleva una buena cantidad de años cantando sobre el fin de los tiempos, Apocalipsis, plagas, destrucción, desolación y muerte. Aquel en extremo maravilloso Absolution de 2003 puede que sea el mejor álbum que se haya hecho sobre el fin del mundo, simplemente así. Prácticamente al mismo nivel de maestría, aunque con un poco más de optimismo, Black Holes and Revelations continuaba anunciando un final que inevitablemente llegaría. The Resistance, The 2nd Law, Drones, hasta el bizarro retro futurismo de Simulation Theory declaraban sin recatos que nada dura para siempre y nuestra especie, como todo lo que existe, es insostenible y ha de perecer tarde o temprano. Y en pleno 2022, una por una, las oscuras profecías se están cumpliendo; bienvenidos al final de los tiempos, tal cual Muse lo viene anunciando desde hace tanto.

Si tuviéramos que hacer una recapitulación del mundo en tiempos recientes, bien podría parecer que la historia ha salido de un disco de Muse, de la mente retorcida de Bellamy, pero por más duro que parezca, la realidad nos ha alcanzado. Con guerra, la peor pandemia desde la gripe española (sin contar al VIH), catástrofe económica global, más virus letales, gobiernos tiránicos, el planeta junto con nuestra raza no pasan por el mejor momento ni de lejos, y es aquí cuando ya no vemos al toro desde las gradas ni detrás de la barrera. Justo embiste con toda su rabia directo a nosotros, y la seguridad ya no existe, lo que es irónico, porque se nos advirtió que esto pasaría.

Will of the People es una colección de sonidos que Muse ha empleado a lo largo de su carrera, perfeccionando y diversificando el estilo de una banda que siempre supo apuntar a lo más alto, usando como alegorías los pasajes más oscuros posibles. Y justo ahora que la realidad hace justicia a la más terrible de las ficciones, se siente un poco extraño escuchar a Bellamy haciendo lo que mejor sabe, pero en un presente perfectamente adecuado.

Diverso, ambicioso y en pasajes también complejo, WOTP me hace recordar los momentos más brillantes de una de las instituciones musicales con mayor prestigio a nivel mundial. Mentiría al decir que simplemente escuché el LP y descubrí una nueva colección de canciones; vaya, en cierto modo era como recorrer caminos por los que ya había andado con anterioridad, pero a los que había vuelto después de años, con otras vivencias, con experiencias varias, lo que convierte a este disco en algo difícil de evaluar, porque además de ser algo nuevo, es también un vistazo al pasado, pasado que jamás se fue y que de pronto se volvió el presente.

Cada elemento que ha consagrado a Bellamy, Wolstenholme y Howard, cada idea, concepto, matiz, están presentes en WOTP. No estoy diciendo que sea el mejor trabajo de la banda, pero después del bastante decepcionante Simulation Theory, una sonrisa se dibujó en mi rostro por escuchar este nuevo LP.

Tal vez mi única queja real sea con la excesiva Euphoria, que aunque tiene un sintetizador muy a la Bliss, y podría ser hasta bailable, me recuerda más a la pesadilla llamada Get Up and Fight, aunque tampoco llega a esos niveles de terror absoluto.

Mucho se ha hablado ya de las poderosas Won’t Stand Down y Kill or Be Killed, que tienen algunos de los riffs y tonos de guitarra más potentes del canon musero, pero la verdad sea dicha, y creo que la bellísima Ghosts (How Can I Move On), la enigmática Verona y la desquiciada We Are Fucking Fucked son lo mejor de esta voluntad del pueblo. Simplemente la esencia Muse al 100% y un ejemplo perfecto de que la mente de Bellamy ha estado adelantada a su tiempo por un par de lustros.

No es la reinvención de la rueda, ni un álbum que va a revolucionar el mundo de la música, pero a estas alturas, lo que pedimos de una banda consagrada como Muse es que nos den lo que mejor saben hacer, que nos entreguen una parte de su ingenio con melodías que sonarán mientras los cielos caen y los mares se levantan, pero también mientras estamos solos y abrimos nuestro corazón con el más dulce y melancólico de los lamentos. Así de diversa y completa es la obra de tres británicos que jamás imaginaron conquistar el mundo y que ahora ya no tienen nada que demostrar.

La única declaración que les quedaba por hacer era justamente que son maestros en su propio universo y que nos previnieron desde el principio que uno no baja al ruedo y ondea un capote rojo ante un toro furioso a menos que puedas derribarlo. Se nos dijo, se nos advirtió, y sin embargo, henos aquí.