Por: Eduardo Zaragoza
Tan increíble como inolvidable. 4.5/5
En 2003 pudimos conocer a Nemo y a su papá Marlín, dos peces payaso que vivían solos en un arrecife de coral porque la mamá de Nemo, Coral, se había convertido en la cena de una barracuda – típico de Disney – en Buscando a Nemo, que fuera en su momento la cinta animada más taquillera de la historia, y merecedora del Oscar al año siguiente. Pero lo mejor de la película fue la entrañable Dory, la cirujano azul con pérdida de memoria de corto plazo; una secuela con ella como protagonista era obvia y en extremo necesaria.
Buscando a Dory quizá pueda no tener el impacto y la frescura que sí vimos en la original, pero la historia que Pixar cuenta en esta ocasión es entrañable como pocas, profunda al nivel de Wall-E y humana, muy humana. Un enorme mérito viniendo de una cinta en la que ningún humano cuenta con una participación importante.
La trama es sencilla; Dory comienza a tener recuerdos de su infancia y de sus padres. En el momento en que su memoria despierta también lo hace su melancolía y de inmediato extraña a su familia. La decisión de ir en su búsqueda es incuestionable y Marlín junto con Nemo la acompañan hasta California, y como la mayoría de los planes, nada resulta como debía. Dory se separa de sus dos compañeros por causas del destino y entonces todos deben improvisar para volver a estar juntos, y a ratos para salvar sus vidas. En el proceso conocen a nuevos personajes realmente geniales, como la tiburón ballena Destiny y el genial octópodo Hank, o la hilarante ave Becky. Todos ellos tienen el peso específico idóneo en cada escena, en cada secuencia. La narrativa de Pixar no deja de asombrar; el año pasado nos entregaron una joya con Intensa-Mente y Dory está al mismo nivel, y en ocasiones mejor. Sólo ellos podrían confeccionar una fábula inmensamente entretenida y ligera y al mismo tiempo profundamente conmovedora y madura. A partir de ahora hay una gran favorita para llevarse el Oscar en la categoría de animación, y la competencia puede que no esté ni cerca.
Además, la factura técnica es impecable, espectacular. Podría ser la película animada de mayor belleza plástica y con mayores avances tecnológicos que se haya producido, pero en manos de un genio como el director Andrew Stanton y su colega Angus MacLane parece cosa fácil y común. Lo más asombroso es que debió ser todo lo contrario dirigir esta nueva y refulgente joya en la gran corona de Pixar, la máquina de sueños contemporánea que escribe su legado con letras de oro cada vez, a veces en contra de los pronósticos y con las dudas, y cuando las expectativas son altas no es raro que las superen.
Buscando a Dory es un clásico instantáneo, fabuloso y divertido como pocas películas, producto de la magia Disney que parece increíble e imposible de lograr. Merece un lugar junto a los clásicos animados que no envejecen, que no dejan de cautivar después de verlos una y otra vez. Son los clásicos los que jamás caen en el abismo del olvido.
Finding Dory (Disney, Pixar)
Estados Unidos, 2016
Directores: Andrew Stanton y Angus MacLane
Voces: Ellen DeGeneres, Albert Brooks, Ed O’Neill, Kaitlin Olson, Ty Burrell, Idris Elba, Eugene Levy y Diane Keaton.