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DEPECHE MODE

DELTA MACHINE (COLUMBIA) 4.5/5

 

Dave Gahan conoce mucho de la vida, ha caminado un largo trecho, ciertamente, pero también conoce algo de la muerte.

Después de pasarse con el consumo de drogas dio un no muy feliz viaje a un lugar muy lejano; al más allá. Afortunadamente pudo volver y sigue entre nosotros.

Por otra parte Gahan no es el compositor principal de Depeche Mode, ese rol lo asume Martin Gore y lo hace bien. Y menciono el asunto del viaje de Gahan porque es obvio que es un momento muy oscuro en su vida, tan oscuro como Delta Machine.

El 13er disco de la banda británica tiene esa poderosa mezcla de ultra modernismo sonoro y un dolor que casi respira por sí mismo. Los sintetizadores crean un muro enorme que se mueve con voluntad propia y que repta acechando para atacar en el momento preciso. La analogía animal es adecuada porque la estructura del disco se siente amenazante y hasta provee cierto suspenso. La voz de Gahan sirve como guía pero también es un recordatorio o quizá sería más atinado decir que es una advertencia. Nos previene de entrar al desgarrador mundo de amor-odio que la banda ha construido por más de 30 años de carrera.

Depeche Mode siempre es un espejo de sufrimiento y de dolor casi insoportable, pero ese leitmotiv es tan poético que hipnotiza y no te suelta.

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Delta Machine es un compendio de la naturaleza que ha mostrado Depeche Mode desde Speak & Spell (1981) y que contrario a lo que se pueda pensar, no se ha estancado ni se siente un sonido desgastado o viejo, justo es ahí donde la maestría de Gore, Gahan y Fletcher se vuelve palpable y demuestra que de manera sutil han mantenido fresco y vigente su estilo, un estilo que cambia y evoluciona pero se mantiene de raíz.

En este álbum podemos escuchar al más puro Depeche Mode como columna vertebral, pero adoptando sonidos de Dave Matthews Band y por supuesto de Nine Inch Nails. Sería injusto decir que Depeche Mode ha copiado de otras bandas sus texturas, ellos son pioneros en este género y claro, han contribuido como pocos en lo que es la música popular contemporánea.

También se siente familiar el trabajo de los últimos 13 años de Thom Yorke y nunca se pueden olvidar los 80s en un disco de Depeche Mode.

Algunas voces de la crítica han llamado a éste, el mejor trabajo de la banda en este siglo, y es muy factible, y miren que el Playing The Angel (2005) es un gran disco. Aquellos que disfrutaron del clásico Violator (1990) y del Songs of Faith and Devotion (1993) encontrarán tremendamente seductor al Delta Machine.

Poder y oscuridad (como las gafas y la indumentaria clásica de la banda) se encuentran por raudales en este flamante y desquiciado nuevo disco que pone a Depeche Mode una vez más como un referente obligado en el panorama musical actual, y confirma que son una maquinaria de oscuridad perpetua. Perpetua y casi divina.