Por: Eduardo Zaragoza

En mi comienzo está mi final   3/5

Ya habíamos tenido en 1983 una culminación a la saga de Star Wars, y sobre todo a la historia de los Skywalker. Pero con Disney tomando control de Lucasfilm y desarrollando una nueva trilogía de episodios canónicos, ahora tenemos una culminación a la historia de los Skywalker. Una vez más. Al parecer ahora definitiva.

La historia de este Episodio IX es extraña y algo forzada; un antiguo enemigo ha vuelto de la muerte y ahora amenaza con destruir la paz en la galaxia para siempre y traer una nueva era de oscuridad y terror. Hay que detenerlo y evitar que el Lado Oscuro triunfe, acabando con ese terror de una vez por todas.

El Ascenso de Skywalker debe lidiar con su propio desarrollo, el cierre de la saga, complacer a los fans, y de muchas formas, enmendar el camino que desviara tanto Los Últimos Jedi y las decisiones de Rian Johnson que no llevaban a ninguna parte. Y cuando tienes tantos compromisos, obviamente no sales avante en todos. Y justo así pasa aquí.

No es que sea una mala película, estilo Los Últimos Jedi, ni tampoco como La Amenaza Fantasma o El Ataque de los Clones, es que debe atar muchos cabos sueltos y además tener su propia identidad, sin olvidarse de una batalla final, y bueno, mucho más, todo al mismo tiempo. Es por eso que hay situaciones que se sienten apresuradas, otras como que quedan en el aire, y otras, que sí tienen resolución y hasta explicación, de lo que habíamos visto en El Despertar de la Fuerza, ya no causan el mismo impacto, ni la misma sorpresa con la que debieron contar. Y es que, gran culpa la tiene Johnson, con sus “visionarias” elecciones tomadas en el Episodio VIII, y que aquí son ignoradas y revertidas por completo; pero sobre todo, la gran culpable es Kathleen Kennedy, presidenta de Lucasfilm, por desarrollar un proyecto sobre la marcha y sin planeación a largo plazo, enfocándose en una historia de tipo Disney, que desdeñaba lo que George Lucas había creado y a los fans había encantado tanto. Los nuevos personajes no tienen peso ni trascendencia, claro, a excepción de Kylo Ren y Rey. De ahí en fuera Poe, Finn, Rose y demás pasarán con más pena que gloria y el tiempo se los comerá sin miramientos. Es verdad que desde el Episodio VII quedaron un poco de lado, luego en el VIII Johnson los desaprovechó por completo, y ahora deben dejar el camino libre a Rey Y Ren, quienes cargan con el peso de la cinta.

Es aquí donde las cosas se enderezan, porque tanto Adam Driver como Daisy Ridley hacen una magnífica labor. La química entre ambos es muy buena y sus personajes alcanzan los puntos climáticos, que si bien no son los que todos deseaban, sí cuentan con un desarrollo y un arco dramáticos bien delineados. Las actuaciones de los dos actores son muy destacables y dentro de años, será lo único que se recuerde de esta trilogía de secuelas.

Los efectos visuales son bastante cumplidores, como de costumbre, y aunque la acción no es enteramente emocionante ni satisfactoria, si cumple con el propósito de entretener y cerrar un ciclo que comenzara bien con El Despertar de la Fuerza, luego se fuera a pique por completo con Los Últimos Jedi, y ahora, con tropezones y complicaciones, pueda por fin llegar a un final, una conclusión, para que Disney deje descansar un poco a La Guerra de las Galaxias en el cine, aunque sea por un tiempo, y entienda que a veces menos es más, y que no siempre es ideal tratar de contar todas las historias posibles. La Fuerza ha hablado, y por ahora es mejor que vuelva a descansar en una galaxia muy, muy lejana.

Star Wars: The Rise of Skywalker (Lucasfilm)

Estados Unidos, 2019

Director: J.J. Abrams

Elenco: Adam Driver, Daisy Ridley, John Boyega, Oscar Isaac, Carrie Fisher y Mark Hamill