Por: Eduardo Zaragoza

El propósito de la vida es terminarse    3.5/5

Todo lo que inicia tiene un fin, pero parece que por una o varias razones esta máxima no se aplica al cine de superhéroes, salvo muy contadas excepciones. Pero Logan promete ser el final de una era, una que comenzó hace 17 años con la primera cinta de los X-Men y que ahora despide a Hugh Jackman y Patrick Stewart del universo mutante.

En la película, Wolverine (Jackman) se encuentra en el ocaso de su vida, adicto al alcohol, amargado y muriendo lentamente, probablemente por los cientos de años de edad que ha acumulado. El alguna vez héroe es ahora un chofer de limusina que se gana la vida en medio de la arena de los pueblos fronterizos, con nula alegría y menos sonrisas en su rostro. Y lo hace para cuidar a su mentor y amigo Charles Xavier (Stewart), quien está en sus noventas y sufre de un deterioro mental grave, uno que lo aqueja con terribles ataques que ponen en riesgo a todos los que lo rodean. El mundo ya no es lo que solía ser; en el 2029 los Hombres X son sólo un recuerdo y no se han registrado nacimientos mutantes en los últimos 25 años, y de hecho las cosas se ven bastante normales, bastante contemporáneas, lo que por ningún motivo es algo positivo.

Justo cuando ambos planean el retiro definitivo para vivir en un yate en el océano se aparece una niña llamada Laura (Dafne Keen) que necesita la ayuda desesperada de los mutantes, y que comparte muchas similitudes con el héroe titular del filme.

El director James Mangold dirige un western en toda la extensión de la palabra, y lo hace productiva y alegremente, al menos a lo largo de los dos primeros actos, cuando presenta una historia clásica pero diferente en el cosmos del cine de superhéroes, con algunos de los personajes mejor delineados y con soberbias actuaciones por parte de Jackman y Stewart, en una faceta en la que sus poderes los están abandonando o traicionándolos y parecen todo menos aquellos poderosos salvadores que alguna vez fueron. Esa parte del planteamiento es genial, alejándose del enfoque ñoño y muy aburrido de todas las películas de los tipos X que habíamos visto con anterioridad. Logan es oscura y 100% para adultos, en parte por su planteamiento y en parte por la violencia gráfica absolutamente necesaria y muy bienvenida en la saga y el género por igual. El salto de un proyecto familiar a uno clasificación C es algo por lo que estoy profundamente agradecido.

Y sí, Jackman está impecable y genial, quizá mejor que nunca antes en el papel que lo llevó a convertirse en una refulgente estrella, y sí, Dafne Keen es adorable y frágil a pesar de ser una brutal máquina de la muerte, pero Logan no es la gran obra maestra que muchos aseguran. Para ser franco, es simplemente decente.

El problema radica en el bando de los malos, con un montón de tipos extremadamente intrascendentes haciéndola de chicos malos porque alguien tenía que hacerlo. Y la elección de villano mayor es en extremo decepcionante, por decir lo menos. Y lamentablemente el tercer acto es el más afectado, siendo muy predecible y lamentablemente poco emotivo, con una resolución muy fácil, muy obvia, lo que es una verdadera pena considerando que la cinta comienza muy bien y al final se cae, de manera muy similar a lo ocurrido con Wolverine Inmortal, también dirigida por Mangold.

Agridulce es la palabra que puede definir a Logan, una película que de manera muy objetiva es buena a secas, pero muy alejada de llegar al estatus de legendaria o maravillosa. La fatiga del cine de superhéroes es real, muy real.

Logan (Fox)

Estados Unidos, 2017

Director: James Mangold

Elenco: Hugh Jackman, Patrick Stewart y Dafne Keen.